¿POR QUÉ A MUCHA GENTE LE GUSTA NIETZSCHE?

 

Café Filosófico 254

01 de noviembre del 2003
Carmen Zavala

 

 

La pregunta que muchas veces nos planteamos acá, entre los colegas de la comunidad filosófica, es :¿por qué cuando se convoca a un evento sobre Nietzsche en el Perú, viene muchísima más gente interesada que en caso de un evento sobre otros filósofos famosos.

En base al tipo de comentarios y preguntas que se plantean desde el público asistente a estos eventos se puede arriesgar dar la siguiente respuesta: Mucha gente viene a estos eventos porque piensan que Nietzsche alimentará y/o reforzará teóricamente su deseos de abusar de los demás, su antisemitismo y/o su enfermiza germanofilia, tras la cual se esconde un complejo de inferioridad racial y una frustración  por no haber podido participar del delirio nazi durante el Tercer Reich en Alemania, no solo porque este período de la historia ya pasó, sino porque racialmente hubieran sido eliminados ellos mismos, por no pertenecer supuestamente a este “pueblo germánico” al que esquizofrenicamente admiran.[1]

 

Esto no deja de ser enigmático ya que el propio Nietzsche, se la pasa despotricando contra el pueblo alemán, al cual considera como más débil que el judío: Así por ejemplo, afirma:

 

“..mientras que en el caso de los franceses todo eso va unido a una seriedad artística o, por lo menos, a una corrección de lenguaje, muchas veces incluso a una auténtica belleza, que refleja por doquier una civilización social correspondiente, en el caso, de los alemanes en cambio, todo carece de originalidad, todo es oscilante, ideas y expresiones de andar por casa, o bien es desagradablemente afectado; además de eso, falta siempre el fondo de una forma social auténtica, y, como máximo, son los modales y los conocimientos eruditos los que recuerdan que en Alemania se hace literato el estudioso fracasado,  y, en cambio, en los países latinos el hombre educado artísticamente. Con esa cultura que se pretende alemana, pero que, en el fondo, carece de originalidad, los alemanes no podrán nunca aspirar a las victorias: en todo eso los avergüenzan los franceses y los italianos y, en lo que se refiere a la imitación ingeniosa de una cultura extranjera, sobre todo los rusos.”[2]

 

No terminaríamos nunca de citar todas las citas de Nietzsche sobre lo que él considera la mediocridad del pueblo alemán, por lo cual no se entiende de donde viene ese interés de los admiradores del nazismo por Nietzsche, a menos de que en su ignorancia, no hayan leido al propio Nietzsche, sino que se hayan dejado llevar por la tergiversación que la hermana de Nietzsche hizo de su obra, para recibir favores del gobierno Nazi, que se sirvió de una versión deformada y cercenada de su pensamiento para su propaganda. Evidentemente esta versión no corresponde con la del propio Nietzsche, que sobre los judíos declara lo siguiente:

 

“Qué es lo que Europa debe a los judíos? Muchas cosas buenas y malas. y ante todo, una que es a la vez de las mejores y de las peores: lo grandioso en moral, la terrible majestad de las reivindicaciones infinitas, todo el romanticismo y todo la sublimidad de los enigmas morales, y por consiguiente, lo que tiene más atrayente, más cautivador y más exquisito en los juegos de matices y las tentaciones de vivir, cuya última luz, la luz moribunda, quizá abraza hoy el cielo crepuscular de nuestra civilización europea. Y, por esto, nosotros los artistas entre los espectadores y los filósofos, tenemos por los judíos ... gratitud.”[3]

 

o las declaraciones sobre los antisemitas y el pueblo judío:

 

“No hay más remedio que aguantarse cuando un pueblo que sufre y que ‘quiere sufrir’ de la fiebre nacional y de las ambiciones políticas ve pasar por su espíritu nubes y perturbaciones diversas, en una palabra, excesos de embrutecimiento; por ejemplo, entre los alemanes de hoy, unas veces la bestia antifrancesa, otras la bestia antijudía o antipolaca, o bien la bestia cristianorománica, o la bestia wagneriana, o la teutona o la prusiana (mirad a esos pobres historiadores, esos Sybel y esos Treitschke y sus  cabezasas obstruidas[4]) y cualquiera que sea el nombre que se quiere dar a estas pequeñas  obnubilaciones del espíritu y de la conciencia alemana. “

 

Nietzsche habla sobre el odio generalizado de los alemanes hacia los judíos, explica que el rechazo general del antisemitismo no se da contra el pueblo judío, sino contra las magnitudes que éste pueda tomar (porque la moral cristiana rechazaría que se les hiciera daño en tanto personas). El miedo del pueblo alemán, que recién surge y no está aún plenamente determinado, de sucumbir ante la fortaleza del pueblo judío, con una creencia suficientemente sólida como para no tener que avergonzarse ante ideas "modernas", es justo según Nietzsche. Es pues necesario, según Nietzsche, que los alemanes se liberen del prejuicio de la moral cristiana de no perjudicar deliberadamente los unos a los otros y cierren sus fronteras a la entrada de más judíos a Alemania.

Así afirma:

He aquí lo que reclama el instinto del pueblo, cuyo carácter es aún tan débil y tan poco acentuado, que correría el riesgo de ser abolido por la mezcla de una raza más enérgica. Ahora bien, los judíos son, incontestablemente, la raza más enérgica, la más tenaz y la más pura que hay en la Europa actual; saben sacar partido de las peores condiciones-mejor quizás que de las más favorables-, y lo deben a alguna de esas virtudes de las que hoy se quieren hacer pasar por vicios, lo deben, sobre todo, a una fe robusta, que no tiene necesidad de ruborizarse ante las “ideas modernas”...”[5]

 

Agrega además que, es óptimo que la grandeza judía, que quedara en Alemania y la grandeza alemana se unan y más bien se eche del país a todos los antisemitas inútiles Estos justamente habrían incurrido en lo peligroso de oponerse a las valorizaciones morales a las que estamos acostumbrados, pero no habrían logrado liberarse de los valores tradicionales en sí, sino que solo habrían reacomodado esta misma escala de valores guiados por el resentimiento siguiendo los patrones de la mediocridad que tanto criticaba Nietzsche. (porque el antisemitismo o el racismo en general, se basa en atribuirle a los judíos o a los otros grupos humanos a los que se pretende denigrar, que tienen estos y aquellos defectos y que por lo tanto son inferiores, considerándose como defectos aquellos que lo son según la tradición, en el caso nuestro y el de Nietzsche, la tradición cristiana. Pero si realmente fueran inferiores no habría por qué perder el tiempo en ellos diría Nietzsche. (También el Zarthustra)

La mediocridad de unos hombres con respecto a otros tendría que ver, mas bien según Nietzsche, con la represión de las inclinaciones naturales (o instintivas) a favor de la postulación de valores morales divinos y en todo caso contranatura. Porque el hombre, según Nietzsche, se realiza al aumentar su poder, en ese sentido serealiza superándose y superando a los que en un momento fueron más fuertes que él:

 

"El hombre no anhela el placer, ni esquiva el desplacer: [...] lo que el hombre quiere, lo que quiere la más pequeña parte de cualquier organismo vivo, es un aumento de poderío" [6]

Esta voluntad de acumular fuerzas es algo indispensable para el fenómeno de la vida[7], no se limita a la "conservación de sí mismo, sino que es la voluntad de adueñarse  de ser más, de hacerse más fuerte."

 

Por eso, en última instancia la filosofía siempre ha tenido y tiene como finalidad exponer la visión de la moral de su autor [aforismo 6], nos dice Nietzsche, así el autor no sea conciente de ello, lo cual además suele ser el caso. La filosofía no sería pues un deseo de conocimiento, sino un deseo de dominación ("voluntad de poder"), un deseo de proponerse a sí mismos como fín último de la existencia, pues la moral del filósofo es la prueba decidida y decisiva de quién finalmente es este filósofo, es decir, en qué orden clasifica sus deseos más íntimos. Por ello, no debemos hablar de deseos buenos y deseos perversos, sino que debemos considerar sentimientos como el odio, la envidia, la codicia, etc. como sentimientos escenciales para la subsistencia humana y como tales deben inclusive ser cultivados, si es que se quiere llegar a elevar la vida.

 

Vemos pues que aquellos mediocres que han asumido como suyo el discurso de Nietzsche no se han dado cuenta no son ellos los superhombres de Nietzsche, sino que por el contrario forman parte justamente del populacho irracional despreciado por Nietzsche, ya que no tienen el coraje de actuar solos sino que necesitan del reconocimiento del resto del populacho dirigido por alguna suerte de líder que legitime la barbarie, para dar rienda suelta a sus bajos instintos. ¿A qué se refiere Nietzsche con "populacho"? A la incultura popular, tal como la conocemos en su versión contemporánea en los Talk shows, los de entretenimiento tipo Gisela, el futbol , etc.  Programas del gusto de los débiles que gustan de la violencia y del oportunismo[8], y detestan pensar por su propia cuenta. Es con respecto a este tipo de gente (que Marx llamó "lúmpenes") que se dirige la crítica de Nietzsche.

Los lúmpenes son un peligro, no se puede contar con ellos. Hoy están por una causa, mañana por otra. Así Nietzsche nos aclara (Voluntad de Poder §923):

" El hecho de poner en peligro la vida propia, cediendo a un sentimiento generoso, bajo el impulso del momento, tiene poco valor y no basta para caracterizar a un hombre. Todos son iguales en la capacidad para hacer esto, y   , en el decidirse a hacer esto , incluso un delincuente, un bandido y un corso superan ciertamente a un hombre honrado.

El grado más alto es (por el contrario) éste: vencer dentro de sí este mismo impulso (sentimental) y realizar la acción heróica sin obedecer a un impulso (sentimental), sino friamente, de un modo razonado, sin la intervención de accesos de placer."

 

Y con placer Nietzsche se refiere a lo deplorable del cristianismo que encuentra un sórdido placer masoquista en frenar la pasiones. El control de nuestras pasiones debe estar movido por la mera razón, este es el caso del superhombre, que no carece de pasiones, al contrario es un apasionado, y que no limita sus pasiones por los principios de automarginación del cristianismo, sino que desplaya sus pasiones al máximo controlándolas solamente con la razón dirigida a satisfacer objetivos concretos.

 

Es evidente que cuando Nietzsche critica al populacho, no se refiere a otra cosa que al lumpen y al alienado, de modo, que cuando estos tontamente lo consideran su ideólogo y como un abanderado del anticomunismo, es simplemente porque su mediocridad les ha impedido leerlo con detenimiento y darse cuenta de que la crítica va dirigida más bien contra oportunistas cobardes como ellos.

Pues Nietzsche no critica a Marx. Critica el socialismo cristianón, el socialismo basado en un altruismo o un espíritu de sacrificio, que según el cristianismo serían cualidades "buenas en sí", cuando tanto para Nietzsche como para Marx, son más bien lastres que se oponen a la autorrealización del hombre. Así Nietzsche llega a decir:

 

“Los obreros vivirán un día como ahora viven los burgueses, pero sobre ellos, y disitinguiéndose por su falta de necesidades, las clases superiores por lo tanto vivirán más pobre y más sencillamente pero en la posesión del poder” (Voluntad de Poder § 764)

 

Esto nos hace recordar a los filósofos guardianes de Platón, por una parte, y por otra, ¿Qué otra cosa se está planteando acá sino la contradicción entre la 2da y la 3ra Internacional? : No se trata de "compadecer" a los desfavorecidos y darles más beneficios sociales, no se trata de dar limosnas, ni de comités de vasos de leche o comedores populares, para que nuestras conciencias cristianas duerman tranquilas. Se trata de permitir autorrealizarnos lo más plenamente posible, desarrolllando al máximo nuestras capacidades físicas e intelectuales. Para ello no debemos según Nietzsche o Marx detenernos por sensibelerías y consideraciones de carácter cristianón. Tampoco servirá a nuestros propósitos ser movidos por pasiones momentáneas de poca duración. En ese sentido ambos rechazarían las actitudes heroisistas movidas ya sea por impulsos religiosos o mitos supuestamente revolucionarios, porque el que las realiza no es un hombre de caracter superior, en palabras de Nietzsche, o no es un revolucionario, en el sentido marxista. Ese hombre después de ese acto aislado de heroismo según Nietzsche continuará siendo delincuente o en términos marxistas seguirá siendo un lumpen o un alienado y muy bien puede servir luego para ser enrolado en las filas de la delincuencia común o la reacción.

El problema, según Nietzsche, está en no aceptar esta realidad. En pretender que el lumpen o el alienado no sea tal, no porque haya cambiado, sino porque uno quiera autoconvencerse de que ya no lo es. Incluso Nietzsche sostendrá que es imposible que deje de haber una mayoría entre lúmpenes y alienados, que deberíamos aceptar esa realidad y que lo que el llama superhombre, que no es más que lo que entre los marxistas se conoce como "hombres nuevos" (no alienados) serán siempre minoría.

 

Es por ello que en la práctica el marxismo postula la necesidad de la dirigencia por parte de un partido para la toma del poder. ¿Quienes lo conforman? Los "mejores" desde el criterio marxista, por supuesto.. Nietzsche no hace  mas que retomar este planteamiento. Desde su punto de vista es exactamente esto lo que correspondería hacer porque toda filosofía tiene como finalidad exponer la visión de la moral de su autor [aforismo 6]. La filosofía no sería pues un deseo de conocimiento, sino un deseo de dominación ("voluntad de poder"), un deseo de proponerse a sí mismos (en este caso a los que consideran que luchan pos sus intereses de clase) como fín último de la existencia, pues la moral del filósofo es la prueba decidida y decisiva de quién finalmente es este filósofo.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

Partiendo de esta última idea Nietzsche desemboca en su planteamiento de la mediocridad de unos hombres frente a la superioridad de otros. Nos explica en el aforismo 260 que existen dos tipos de moral. La moral del amo y la moral del esclavo. Cuando los amos definen el concepto "bien" definen como bueno todo aquello que hace que justamente ellos sean los amos. De ahí que ser "bueno" pasa a ser lo mismo que ser "distinguido" y ser malo es "ser despreciable". Históricamente, sostiene Nietzsche, los valores se referían primero a personas y luego fueron derivadas de ellas las acciones. La moral de los esclavos es una moral "útil" que permite al oprimido aguantar sus penurias y define por lo tanto como bueno la paciencia, el trabajo, la compasión etc.

De esto partiría la contradicción entre "bueno" y "malo": Lo malo supone el poder y el peligro, una cierta fineza y fuerza. De allí que desde el punto de vista de la moral esclava lo "malo" dé miedo, mientras que a partir del punto de vista de la moral del amo sea justamente lo "bueno" lo que dé miedo   (pues el alma noble siente profundo respeto por sí misma [aforismo 287]), siendo el hombre "malo" considerado "despreciable".(en el caso del marxismo, el capitalista reaccionario, que ya perdió su poder, o lo esta por perder pronto, es el despreciable y los dirigentes del partido causan emoción y respeto por su fuerza física y/o espiritual)

Ahora bien ni el superhombre de Nietzsche ni el "nuevo hombre" marxista, tienen afanes de protagonismo. No esperan de los demás que los sigan, al contrario, consideran que lo deseable es que cada uno siga su propio camino. Por ello, el Zarathustra al final abandona  a sus seguidores, pues no necesita de ellos. Les corresponde encontrar su propio camino.

Por otra parte tampoco el superhombre o el "nuevo hombre" tienen interés en demostrar su poder asumiendo actitudes arrogantes o abusivas.  Pues este tipo de actitudes justamente son propias de las personas renegadas o resentidas, esto es débiles, según Nietzsche, o de personas alienadas y "sin formación" en términos marxistas.

Lo que el superhombre o el "hombre nuevo" quieren, es ejercer su voluntad de dominio, su voluntad de apropiación de la naturaleza.

En sentido similar Marx nos dice en los "Manuscritos": El comunismo es, como completo naturalismo = humanismo, como completo humanismo = naturalismo; es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la solución definitiva entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y necesidad.

La superación positiva de la propiedad privada como apropiación de la vida humana es por ello la superación positiva de toda enajenación, esto es, la vuelta del hombre desde la Religión, la familia, el Estado, etc., a su existencia humana, es decir, social.

Con respecto a esto último no olvidemos que también el Zarathustra comparte todo espontáneamente con sus discípulos, no por alguna motivación ética o convención, sino porque le nace espontáneamente hacerlo. A este estado, sin embargo no se llega por iluminación divina, según Nietzsche, sino por los procesos mismos de la historia. Esto sale a relucir por ejemplo en el aforismo 217 de la Voluntad del Poder  donde Nietzsche anuncia la necesidad de la lucha por la autoafirmación en la Europa del siglo pasado y la imposibilidad del progreso de los hombres sin la previa derrota de los valores cristianos.

 

El superhombre es pues el producto de un desarrollo histórico. Es el producto del hombre que ha superado una etapa histórica metafísica, pasando por una etapa de Nihilismo, y ahora  refunda los valores a partir de la observación de la naturaleza biológica humana.  Los nuevos valores no se pueden contradecir con el carácter de la naturaleza biológica humana. El hombre debe superarse, nos dice Nietzsche, capacitándose a tomar una fórmula moral en un sentido extra-moral. Pues la vida misma y todo fuerza activa en general es apropiación, opresión, imposición de las formas propias a uno, etc. , y si uno no aspirara a estas cualidades uno estaría deseando la negación de la vida misma [aforismo 259].

 

Esta “imposibilidad del progreso de los hombres sin la previa derrota de los valores cristianos” es un hecho también en el Perú de hoy, pues cómo dice Nietzsche: “¿De qué nos sirve toda la educación científica, toda la crítica, cuando semejante absurdo, la interpretación bíblica que mantiene la Iglesia, no hace que nos tiñamos de bochorno y vergüenza”?[9] Si trasladamos esto a la realidad peruana actual podríamos preguntarnos: “¿De qué sirvió toda la educación filosófico-científica de un profesor si a su muerte es enterrado por los ritos de la Iglesia que él repelió y sus supuestos seguidores aprueban con su presencia este acto de traición a su pensamiento sin teñirse de bochorno o vergüenza ? Y en general de qué sirve la actividad filosófica si al salir del recinto de estudio de la filosofía pasan a actuar de manera incongruente con sus postulaciones teóricas siguiendo los valores cristianos ya sea de manera descarada practicando directamente los rituales cristianos y peor aún imponiéndolo a sus familiares, o de manera inconsciente e irremediable dada su inculcación desde temprana edad en los valores cristianos.

El problema con la incongruencia entre filosofía y práctica va más allá de un problema moral. El que no es consecuente en su práctica no puede progresar en su teoría, porque es a partir de la práctica que la teoría se enriquece y es en la práctica también que se prueba su pertinencia.

 

Nietzsche dice: “ De toda moral ha solido decirse siempre:<<Hay que conocerla en sus frutos>>. De toda moral digo yo: <<Es un fruto por el cual conozco el terreno donde crece.”[10] Si la moral que uno practica es la cristiana, el terreno es uno de decadencia y mediocridad. Por lo tanto la mediocridad se refleja en aquellos filósofos e intelectuales que aceptan la moral cristiana a pesar de considerarse pensadores científicos. El Perú ha sido latigado por múltiples sistemas de injusticia y siglos de perversión racional, en los que la sinrazón se impuso por la fuerza sobre la razón y el instinto. Esto ha dejado como resultado un terreno de mediocridad en todos los campos, también en el filosófico, y lo vemos con claridad a partir de sus filósofos que todavía en el umbral del siglo XXI, practican abierta o subrepticiamente la moral cristiana.

 

Hay muchas variantes de incongruencia filosófica-cristiana:

1)  Los filósofos cristianos descarados. Es el grupo de los que se afirman abiertamente cristianos, sin importarles que la doctrina cristiana es incompatible con la razón y la filosofía.

2)  Los filósofos oportunistamente cristianos. Nietzsche los critica representados en Pascal: “En el supuesto de que no fuera posible hallar una contraprueba de la fe cristiana, Pascal dijo que, ante la horrible posibilidad de que fuera verdadera, era prudente hacerse cristiano.”[11]  Estos abarcan a los que viven angustiados de que tal vez sí los condenen. ¿Qué filosofía podría provenir de alguien que tiene miedo que lo irracional pueda tener poder sobre la razón ?  En vez de seguir lo que su razón les dice, por si acaso, hacen lo que saben que es irracional, porque temen una suerte de castigo divino. Este grupo nunca podrá avanzar en sus postulaciones teóricas pues nunca las verá realizadas en la práctica para poder seguir desarrollándolas conforme a la posible pertinencia o no de tales teorías en la práctica. 

3)  Los filósofos conformistas cristianos. Estos son los que según Nietzsche se autodesprecian y creen “en la indignidad humana” y. Consideran convenientes los resultados del cristianismo, a pesar de no creer en sus postulados y se someten a él. En otras palabras desconfían de la razón o del instinto humano para valerse por sí mismos (autodesprecio) y creen que es necesario engañar a los seres humanos para que sobrevivan en armonía. Nietzsche llama esto el “giro hedonístico”, pues estos a diferencia de los anteriores no actúan por temor sino por una búsqueda de placer (los beneficios del cristianismo). Esto implicaría un “agotamiento” del cristianismo, un cristianismo sin fuerzas para luchar por su causa.  Pero al fin y al cabo todavía un gran lastre.

4)  Los filósofos oportunistas sociales. A este grupo pertenece gran parte de los miembros de la comunidad filosófica del Perú (por lo menos de los que no pertenecen al primer grupo de filósofos cristianos). Ya no buscan justificar el cristianismo y hasta se declaran abiertamente en oposición teórica a él. Sin embargo lo practican “por convención”. Los argumentos suelen ser :”¿Para qué chocar con la famila y la sociedad si “no es para tanto”?” o “Hay diversas maneras de practicar el cristianismo.  Algunas no son totalmente incompatibles con lo que yo pienso. ¿para qué rechazarlo?” o “Cumplo con las convenciones porque de lo contrario se me pueden cerrar puertas inútilmente. Además ¿si no creo, que más da si finjo y sí sigo el ritual ?”, etc.

Volvemos al tema de “por el fruto conozco el terreno donde crece”. Postulaciones del tipo mencionado son el fruto de un terreno de mediocridad y conformismo, de falta de valor y confianza en sí mismo. Los filósofos que nisiquiera se atreven a enfrentarse a la decadencia de su sistema en este frente religioso, a todas luces aberrante, y le achacan a su autocensura el posible rechazo de sus seres queridos, ¿qué van a poder hacer filosofía?

 

La solución al problema no está pues en tratar de hacer aparentar que son frutos hermosos aquellos frutos nacidos de un campo podrido, sino de cambiar el terreno de dicho campo para que los frutos sean natural y realmente hermosos. Hay que limpiar el terreno de mala yerba para que puedan crecer las plantas sanas y para poder crecer uno mismo. Esto quiere decir : luchar frontalmente contra el cristianismo [12]. Contra la ridícula creencia de que, a quien hace lo que debe, le va a ir bien y al que le va mal será por su propia culpa [13]; creencia que de mantenerse nos sumirá para siempre en la apatía y la mediocridad.  Si vencemos a  la mala yerba no habrá ya necesidad de maquillar a las plantas feas y áridas, para que parezcan hermosas. Los frutos buenos surgirán por sí mismos. Por eso tal vez sea más útil deshacerse de la lacra del cristianismo, de modo que la gente masivamente pudiera empezar a usar por sí misma plenamente su razón o seguir sus sanos instintos, que empezar una guerra frontal contra todas las plantas enfermas, arrancando a éstas de raíz conjuntamente con algunas malas yerbas olvidando que el problema central no son las plantas enfermas sino las malas yerbas que las enferman y que de quedar estas últimas las nuevas plantas igual crecerán enfermas.

Nada impide en realidad que dicha guerra se lleve acabo en el Perú de hoy, más que la autocensura de los propios filósofos y demás librepensadores sin agallas.

La filosofía surge dentro de una tradición, es decir, en el marco de una sucesión de generaciones que han ido construyendo sus teorías filosóficas sobre la base de lo que sus antecesores han ido desarrollando. Lo que vemos en el Perú es que los estudiantes entran a las universidades generación tras generación y en ellas por primera vez en gran parte de los casos se les plantea la posibilidad de una visión no cristiana del mundo. Pero es una versión débil, porque los estudiantes observan a muchos de sus inconsecuentes profesores asistir a misas organizadas por el mismo centro de estudios y en todo caso ven a sus profesores participar, por alguno de los cuatro motivos expuestos arriba, de los ritos criticados en clase. El resultado es una generación más perdida que continuará enseñando a sus hijos la tradición cristiana, en vez de inaugurar una tradición filosófica consistente. Sus hijos a su vez, entrarán a la Universidad redescubriendo el mundo no cristiano como si fuera algo totalmente nuevo y seguirán el camino de sus padres sin haberse movido del sitio, es decir, sin haber hecho ningún aporte nuevo a una potencial tradición filosófica surgiente.

 

La tradición filosófica peruana no es pues algo que se tenga que encontrar sino algo que se tiene que crear aplicando la teoría en la praxis, de modo que estas enseñanzas broten ya espontáneamente en las generaciones nuevas y no como algo aprendido y ajeno a la actividad cotidiana.

 

Nosotros y estas futuras generaciones han de llevar a cabo un desmenuzamiento sumamente minucioso de las raíces cristianas en la aplicación valorativa cotidiana de nuestros filósofos y librepensadores, pues aún habiendo la “buena voluntad” de acabar con estos valores destructivos de la dignidad humana, los asumimos enmascarados bajo otras justificaciones, que de mirarse más de cerca son tan irracionales que nuestra aceptación de tales justificaciones sólo se puede deber a que en el fondo estamos aceptando valores a los que estamos relativamente acostumbrados a través de la tradición cristiana. Así, muchos movimientos ateos, como por ejemplo los anarquistas o los marxistas defienden a capa y espada valores que dentro de la lógica de su propia argumentación filosófica carecen de fundamento. Son rezagos del cristianismo y deben ser detectados y combatidos, pues debilitan la estructura lógica de su enseñanza filosófica y como se dejó entender antes: si nos acostumbramos a caer en contradicción entre teoría y praxis, nos debilitamos intelectualmente y de ninguna manera pasaremos a ser más que repetidores de sistemas filosóficos que nos son ajenos (por alienados, no porque vivamos en una parte del globo terraqueo distinta a aquella donde vive o vivió el autor de determinada propuesta filosófica), por no hacer nuestra la referida filosofía en la práctica.

 

¡Y ojalá que en el futuro en el Perú la mayoría de los que vengan a reflexionar y debatir sobre Nietzsche lo hagan tomando en cuenta su amor por la vida, su desprecio por el racismo, antisemitismo y otras mediocridades y su crítica a la religión como lacra que nos mantiene en el atraso y no vengan erradamente por todo lo contrario como viene ocurriendo ahora!


 

[1] Otro grupo de asistentes, aunque menor en número, viene para atacar a este primer grupo, por sus posiciones racistas y alucinadas, y claro hay un tercer grupo, el más pequeño de todos, que viene a reflexionar y/ o a discutir sobre lo que Nietzsche realmente dijo

[2] NIETZSCHE, F. Sobre el Porvenir de nuestras Instituciones Educativas, Segunda Conferencia

[3] NIETZSCHE, F. , Mas allá del bien y el mal, aforismo 250

[4] historiadores nacionalistas, chauvinistas, antisemitas

[5] NIETZSCHE, F. , Mas allá del bien y el mal, aforismo 251

[6] Voluntad de poderío § 695

[7] § 682

[8] §913 Las dos especies más conocidas de débiles son las de los bruscos y las de los variables. no nos confundamos con ellos y creemos la necesaria distancia!

[9] NIETZSCHE, Friedrich, La Voluntad de Poderío, EDAF Ediciones, Madrid 1981, p.156, Aforismo 242

[10] NIETZSCHE, Friedrich, La Voluntad de Poderío, EDAF Ediciones, Madrid 1981, p.165, Aforismo 255

[11] NIETZSCHE, Friedrich, La Voluntad de Poderío, EDAF Ediciones, Madrid 1981, p.155, Aforismo 240

[12] NIETZSCHE, Friedrich, La Voluntad de Poderío, EDAF Ediciones, Madrid 1981, p.144, Aforismo 217

[13] NIETZSCHE, Friedrich, La Voluntad de Poderío, EDAF Ediciones, Madrid 1981, p.156, Aforismo 242