¿CUÁL ES EL SENTIDO DE LA VIDA?
Café Filosófico No. 406

03 de marzo del 2007
Carmen Zavala
 

Quiero agradecer a todos los presentes por haber venido a participar esta noche en el Café Filosófico No. 406.

La pregunta que se ha planteado es cuál es el sentido de la vida. Con ello se supone que se expresa el presupuesto de que tiene un sentido. Este presupuesto se basa en que la mayoría de nosotros considera que su propia vida tiene sentido y entonces la pregunta estaría dirigida a cuál pudiera ser ese sentido. Obviamente entonces el modo de averiguar cuál es el sentido de nuestras vidas es empezar con un trabajo profundo y sostenido de introspección. Sin embargo, muchas veces tenemos miedo que al mirar hacia adentro nos encontremos con aspectos de nuestra vida presente o pasada que no queremos recordar –situaciones penosas, actitudes de las que eventualmente no nos sentimos orgullosos y otros fantasmas. Por eso resulta mucho más fácil decir que el sentido de nuestras vidas no proviene de nosotros mismos, sino de algo externo como un determinismo religioso o histórico.

 

No vamos a dedicarnos esta noche a criticar las falacias de estas aproximaciones, sino tratar de abrirnos a una comprensión positiva de lo que puede ser el sentido de nuestras vidas.

 

Si, como habíamos dicho el modo más lógico de averiguar cuál es el sentido que asumimos que tienen nuestras vidas, es analizándonos nosotros mismos, entonces propongo que lo hagamos dividiendo el análisis en tres niveles, análogamente a la propuesta de  Kierkegaard en su texto “O lo uno o lo otro” (Enten-eller), aunque en términos bastante distintos: es decir, que dividiremos el análisis en el nivel de los gustos, el nivel ético y el nivel trascendental.

Empecemos con el nivel de los gustos primarios: Para comenzar somos seres materiales, biológicamente condicionados incluso en nuestros gustos, deseos y preferencias estéticas más primarias. El primer paso en nuestra investigación tendrá que ser analizar este primer nivel de nuestro ser. ¿Qué nos gusta hacer? ¿Qué nos produce placer?, etc. Es decir tomar conciencia más plena de nuestro cuerpo, de nuestros sentidos, de nuestras preferencias sociales, como por ejemplo, si preferimos estar solos o en grupo, de qué clase de compañía disfrutamos y qué nos produce rechazo o aburrimiento.

Este nivel básico del ser humano no permite sin embargo una realización plena del ser humano, ya que a este nivel el ser humano es aún totalmente dependiente de las circunstancias externas, arbitrarias e inciertas y que muchas veces se tornan en su contra.

Por ello el ser humano necesita autoafirmarse frente al albedrío y esto lo hacemos todos en el nivel ético. En el nivel ético tomamos las decisiones sobre nuestras acciones en base a lo que consideramos bueno o malo, correcto o incorrecto. Es el nivel del ejercicio de la libertad. Acá afirmamos quienes somos. Y somos lo que hacemos, como diría Sartre en “El Existencialismo es un Humanismo”

Para saber entonces qué somos y qué pensamos, no hace falta escuchar lo que decimos de nosotros, sino observar más bien nuestras acciones. La filosofía nos brinda las herramientas para distinguir estos presupuestos filosóficos que se esconden detrás de las decisiones que tomamos al actuar. Por ejemplo: si una adolescente decide no abortar un niño no planificado, una afirmación filosófica detrás de esta decisión podría ser: “No tengo autoridad moral para tomar decisiones morales por mi propia cuenta. Lo que está bien y lo que está mal no lo puede decidir el individuo, sino que deben decidirlo los intérpretes más reconocidos institucionalmente de la voluntad divina. Es más seguro atenerme a su criterio, no vaya a ser que me equivoque y cometa un grave error” O también podría ser: “Cada ser humano vale por lo que los demás piensan de él. Se espera de mí que ame a ese niño que no ha nacido. Así que si aborto, se pensará que no quiero a ese niño y los demás me rechazarán por haber abortado, o peor aun si se descubre y me cae la policía encima, todo el mundo se enteraría de que no tengo los sentimientos que se supone que debo tener.”, etc. Como ven hay muchas posibilidades de interpretar una acción aislada, pero si analizamos varias de nuestras acciones pasadas y acciones presentes, veremos que hay patrones que se repiten. En ellas se esconden nuestros presupuestos filosóficos. Y también nuestras predisposiciones materiales, nuestros patrones de personalidad y ciertas preferencias biológicamente condicionadas.

Nuestra tarea, si queremos enfrentar la vida o desarrollar un proyecto de vida con cierto éxito y satisfacción es conocernos primero bien a nosotros mismos. Esto implica, para empezar entender la relación en nuestro caso particular entre el nivel de los deseos y el nivel ético. Sólo si conocemos bien nuestros deseos y preferencias primarias podemos cada uno de nosotros plantear libremente principios éticos coherentes con nuestras tendencias primarias que nos den cierta satisfacción. Por ejemplo: Si considero que debo estudiar, es decir si elijo que estudiar es importante, para ser una persona más plena, hay diferentes modos de lograr realizar el objetivo del estudio de manera exitosa, por ejemplo satisfaciendo o inhibiendo, mis temores y mis necesidades biológicas de manera conciente y según las circunstancias y posibilidades. La peor elección sin embargo es ponerse a estudiar como loco, sin pensar detenidamente sobre estos otros aspectos de mis ser, y ser vencido luego por la presión social, la desconcentración, malestares físicos, etc.

Ahora, también puede ser que yo elija estudiar motivado por causas externas al estudio mismo, como por ejemplo, por el prestigio social, para lucirme ante los demás o poder ganar mucho dinero en el futuro, etc. En ese caso, cuando el estudio no es fin sino medio, también es mas enriquecedor tomar conciencia de ello, en vez de seguir estudiando como una máquina sin entender por qué me parece tan aburrida mi vida en la que hago algo que en realidad no me importa.

En tanto todo ser humano se maneja en estos dos niveles de ser, está demás decir que las personas que aparentemente solo se dejan llevar por sus deseos y temores más inmediatos, también están eligiendo éticamente según una clara escala de valores, en la que el placer inmediato ocupa una de las posiciones más altas.

Tenemos entonces estos dos niveles primarios. El de los deseos y temores y el nivel ético. Si nos quedamos en estos dos niveles vemos que el sentido de la vida se limita a decidir según determinada escala de valores que varía de persona a persona sobre cómo sobrevivir de la mejor manera, logrando la mayor cantidad de placer y la menor cantidad de sufrimiento (independientemente de que se lo logre o no) en el paso de nuestra existencia por este planeta.

 

Sin embargo hay un nivel más, que es el nivel de lo trascendental. En este nivel se encuentra nuestro sentido de ser parte de la humanidad. Y en tanto somos seres sociales, este sentido es común entre todos los seres humanos, salvo que se lo anule o reprima a través de argucias argumentativas.

¿Por qué nos preocupamos por los demás, por las generaciones futuras, de cosas que podrían sucederle a la humanidad después de que hayamos muerto?

Y es que resulta que el individuo le pone sentido a su vida entendiéndose justamente como individuo dentro de su sociedad y dentro de la humanidad. Y a partir de esta situación se proyecta y se imagina el papel que juega en la historia de la humanidad. A esto el ser humano le llama el sentido de su vida.

 

Para ejemplificar, supongamos entonces que tengo una visión del mundo marxista. Supongo entonces en este nivel que hay un estado de cosas injusto, causado por la explotación del hombre por el hombre y por el hecho concreto de que los medios de producción son la propiedad privada de personas pertenecientes a una clase social y que la división entre dos clases, la explotada y la explotadora, tiene un origen histórico. Supongo además que es posible que como individuo organizado conjuntamente con otros hombres es posible cambiar este estado de cosas a través de la lucha de clases y una eventual victoria de la clase explotada sobre la clase explotadora.

Toda esta visión del mundo se plantea en el nivel de lo trascendental. Es una visión del mundo que comprende a toda la humanidad y en la que me ubico como individuo.

Pero ¿por qué la explotación es algo malo, en contra de lo cual deberíamos luchar? Podría teóricamente luchar simplemente por salvar mi propio pellejo (como hace  Madre Coraje en una conocida obra de Bertolt Brecht). Acá estamos en el plano de lo ético. ¿Qué es bueno y qué es malo? En el ejemplo que estamos dando soy marxista, y por lo tanto considero que la aspiración de todo ser humano es desarrollar al máximo todas sus potencialidades intelectuales, físicas, sociales, etc., en el sentido desarrollado por Marx en sus Manuscritos económico-filosóficos .

En ese sentido considero que todo lo que potencialice este desarrollo es bueno, y lo que lo impide es malo. Esta opción ética se da en el segundo nivel. En el nivel ético. Es obvio en este ejemplo que el nivel ético exige una visión del mundo completa, ya que el desarrollo de mis potencialidades intelectuales, físicas, sociales, etc, no depende de mí solamente. Esto es: el que yo pueda estudiar lo que quiera, estar sano, ser un miembro respetado por la sociedad en la que vivo, etc. no solo depende de mí, sino justamente de una serie de factores externos, es decir de la sociedad en la que vivo y si esta es injusta, como la actual sociedad neoliberal, entonces mi oportunidad de desarrollo es mínima, y aún si lograse ser un miembro mas o menos exitoso dentro de esta sociedad a la que considero injusta, seria un desarrollo limitado por todo el tiempo que tengo que malgastar haciendo dinero para sobrevivir compitiendo con otros a los que tengo que dejar atrás en una lucha de todos contra todos, la cual limita mi realización como individuo.

 

Pero habíamos dicho al comienzo que lo básico era el nivel de los gustos. El nivel de las preferencias biológicas, genética y socialmente condicionadas. Qué nos gusta hacer? ¿Qué nos produce placer?, etc . No todos los seres humanos suelen distinguir con cierta claridad entre sus deseos más primarios y lo que desean por presión social y la propaganda de consumo. También suele ser difícil distinguir entre lo que uno declara que desea y lo que las acciones nos muestran que la persona realmente desea.

Aquí tenemos una tarea de análisis filosófico, decisiva para descubrir el sentido que le he dado a mi vida en el nivel de lo trascendental. En el ejemplo que hemos dado, si en lo trascendental me veo como un revolucionario que se ha integrado a la lucha de clases, porque en lo ético considero que se debe luchar por una igualdad de oportunidad de desarrollo para todos, ¿cuál es mi situación en el nivel de los gustos?

Si por ejemplo, soy una persona sociable disfrutaré mucho de las reuniones de coordinación y  camaradería que se me presentan. Si soy una persona que disfruta más bien de momentos de tranquilidad y reflexión, esas reuniones de coordinación y de camaradería, las voy a asumir como una carga, un mal necesario. En cambio al revés las tareas más individuales y solitarias, me van a atraer, mientras que si soy sociable me van a parecer un tremendo fastidio, una carga que solo cumplo por mi gran convicción en el nivel de lo trascendental.

De igual manera consideraré como buenos momentos, momentos de disfrute en esta lucha, los momentos en que considere que mis gustos con relación a la comida, bebida, música, desarrollo intelectual, sexo, etc. se satisfagan y consideraré como momentos pesados y sufridos los momentos en que estos no se puedan desarrollar al modo de mis preferencias o que incluso tenga que comer o tomar cosas que me disgusten, y pasar momentos que me hastíen.

 

Los militantes de las organizaciones políticas en nuestro país no le dan mucha importancia a este factor y suelen recomendar que hay que “sacrificar” los deseos y gustos individuales por el partido, la lucha política, etc. Suelen celebrar un cierto ambiente de lugubridad y desprecian el placer sexual, salvo en su versión machista, calificando de libertinaje pequeño burgués a toda práctica sexual que se salga de los marcos machistas establecidos por la iglesia católica.

Mas tarde no se explican el por qué de la deserción masiva de las filas de determinado movimiento político.

Y es que olvidan, que cuando se habla de sacrificio en el plano político, esto se refiere al nivel 3 de lo trascendental, es decir que se refiere a la lucha de clases y no a soportar innecesariamente momentos de hastío y aburrimiento u otros momentos desagradables entre camaradas. Y que hacer pasar a otros por estos momentos a modo de sacrificio no se fundamenta en el marxismo, sino en su incapacidad o desinterés en reflexionar sobre sí mismos sus gustos más inmediatos y los de los demás.

Esto es grave para el logro de los objetivos trazados, porque como decía Bertolt Brecht: El hombre es un ser humano, a final de cuentas. Y si ignoramos este hecho, ignoramos la realidad y vamos a un fracaso bastante probable. Un ejército victorioso no es una masa que sigue a un líder  por su carisma, como a veces se dice sin mayor reflexión, cuando nos hablan de la necesidad de encontrar un líder. Un ejército victorioso es un ejército en el que todos se sienten y son efectivamente parte y somos reconocidos, a nivel de bases, como individuos valiosos por nuestras capacidades y anhelos personales básicos.

La represión, desconocimiento o desprecio por los gustos y placeres humanos no son parte de la agenda marxista, sino un lastre que seguimos cargando del catolicismo.

Y esto nos lleva  a otro punto: Habíamos estado analizando el sentido de la vida desde una perspectiva marxista, pero hay gente con otras posibles visiones del mundo y por lo tanto hay gente que le da otros sentidos a su vida. Este sentido depende de la experiencia personal, el contexto social y las disposiciones biológicas de cada individuo. Sin embargo, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que el sentido que la vida tiene para cada uno se determina no por lo que dice la persona, sino por lo que hace. En ese sentido, alguien podría afirmar ser marxista, pero su accionar podría reflejar otro tipo de valores, que serían aquellos que definen el verdadero sentido que la vida tiene para esa persona.

Tomemos el caso de una activista por los derechos de género.  Por razones que se encuentran en su pasado, tal vez, y que no son relevantes para la filosofía, considera a la mayoría de los hombres tontos y eventualmente canallescos y critica este supuesto hecho. Y efectivamente se junta con hombres que se sujetan a esa descripción, de modo que su visión del mundo se refuerza. Se siente bastante sola, y considera que es un mérito batirse sola por el mundo, contra todo tipo de intolerancias.

Tenemos acá, a grosso modo, en el primer nivel, que hay una contradicción entre su deseo básico primario de compañía (ya que se queja de soledad) y su negación de compañía como valor ético. Por otra parte habría que analizar ¿por qué busca la compañía de personas que considera tontas o canallescas? ¿Qué refleja esto con respecto a su visión del mundo? ¿Por qué se dedica a trabajar por los derechos de género y por otra parte tiene una concepción esteriotipada de género? ¿Cómo se puede enmarcar todo esto en un solo mapa conceptual que refleje su visión del Mundo? Para esto por supuesto se necesitan mucho mas datos sobre como es y fue su relación con diferentes grupos de personas, para determinar determinados patrones de comportamiento y deducir determinadas hipótesis, que a su vez nos conducirán a entender qué sentido tiene la vida para ella.

Por otra parte, algunas visiones del mundo niegan los deseos y necesidades básicas del ser humano, como sucede con el catolicismo por ejemplo, que ve con malos ojos todo lo que llama “placer”. Pero como todo hombre es un ser humano en última instancia, como ya dijimos, lo que resulta de este tipo de posiciones es que el discurso se contradice con las acciones. Estas personas suelen postular una teoría moral que es incongruente con la naturaleza humana del ser humano, por lo que su práctica en el nivel de los gustos primarios resulta contraria a su discurso. Coloquialmente en estos casos hablamos de hipocresía…. o de alienación, cuando el fenómeno es inconsciente. La alienación justamente consiste en que la persona actúa de determinada manera, según ciertos principios éticos que se reflejan en sus acciones, pero de los que la persona no es plenamente conciente, ya que maneja un discurso ético, diferente e impostado.

Uno de los argumentos que se esgrimen para evitar un análisis serio de la visión del mundo reflejada en el accionar de cada individuo, es acusar que esto sería una preocupación pequeño burguesa, ya que el proletariado más paupérrimo, no tendría tiempo para este tipo de reflexiones. Esto es un craso error. En tanto que nuestra visión del mundo no es producto de nuestra reflexión, sino que se refleja en nuestras acciones, en las decisiones que tomamos día a día al actuar, resulta que todos tenemos ciertos gustos y preferencias primarios, una escala de valores y una concepción del mundo en los que esto se enmarca y que son previos a nuestra reflexión sobre ellos.

Y todos somos capaces de beneficiarnos con un conocimiento mayor de nosotros mismos.

 

En su texto “La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo” Lenin de alguna manera toca este punto. Allí critica que las vanguardias preclaras de los partidos causen divisiones en los grandes partidos y que los supuestos revolucionarios se nieguen a trabajar en sindicatos así llamados “reaccionarios”, creando sindicatos supuestamente “revolucionarios” paralelos y dividiendo así la lucha. Y justamente habla de que lo más importante no es lo que las personas digan, sino lo que hagan. Si están organizados en sindicatos que se oponen a los intereses del capitalismo, ya son una piedra en el zapato para estos y deben ser alentados. No importa que sus reivindicaciones sean solo económicas. Lo mismo pasa con los partidos comunistas que quieren ser “puros”. Lo que Lenin nos dice en este texto, y habla en base a la experiencia, es que debemos tomar a los seres humanos tales como son. Los trabajadores concientes, revolucionarios, clasistas totalmente concientizados, difícilmente los encontraremos en una sociedad atrasada por la explotación de una clase sobre otra. Debemos trabajar con las personas tal cual son en este momento y no pretendiendo que sean como nosotros quisiéramos. Pero debemos conocer como somos.

Entonces tenemos que una mujer de un asentamiento humano con 5 hijos que recibe una vez mas una golpiza de su marido delante sus hijos, tras llegar borracho a su casa después de cobrar su quincena, puede tomar diferentes actitudes, que reflejarán distintas posiciones ante la vida.1) Puede al día siguiente hacer como que nada ha pasado 2) Puede tratar de envenenarlo 3) Puede matar a sus hijos y suicidarse luego 4) Puede planificar su huida progresiva de la casa 6) Puede quitarle el dinero que lleva encima cuando está dormido y huir donde algún familiar en ese momento, etc.  No tiene muchas opciones, y probablemente ninguna de las que pueda tomar, la libre del problema. Sin embargo, cada una de estas opciones refleja una actitud distinta frente a la vida, y una serie de presupuestos filosóficos no expresados aun de forma explícita detrás de cada decisión.

 

En este sentido el análisis del sentido que le estamos dando a nuestras vidas, se impone como un paso para la superación del individuo y de las sociedades. Este análisis no sirve, ni puede servir para cambiar nuestros deseos primarios y valoraciones éticas, sino que nos sirve para enriquecer nuestra perspectiva frente al mundo que nos rodea y así enriquecernos como seres humanos. En este sentido viviremos una vida más plena y podremos lograr nuestros objetivos trazados con mayor éxito.

Retomando entonces la pregunta inicial: ¿Cuál es el sentido de nuestra vida? Es decir ¿Cuál es el sentido que le estamos dando a nuestra vida? La respuesta es: ¡Empecemos a indagarlo!